martes, 21 de octubre de 2008

Analepsis


Recordarán que denominamos "analepsis" al recuerso literario que consiste básicamente en un salto cronológico hacia atrás. Pues eso es precisamente lo que haremos ahora. Revisando el blog me di cuenta que la unidad de Delmira nos quedó un poco vacía o inexplorada. En clase leímos un fragmento de la novela que narrador uruguayo Omar Prego Gadea dedicó a la escritora, cosa que ayudó a explicar un poco las características sociales del 900, sobre todo en lo que refiere a la figura de la mujer, tan relegada en ese entonces. Les copiaré el fragmento que les leí en clase para que las palabras no sean llevadas por el viento. No olviden que el narrador adjudica estas palabras a la mujer de Alberto Zum Felde (muy conocido crítico literario).

En esos tiempos nosotras, las mujeres (ahora tampoco) no estábamos emancipadas, no teníamos profesión ni oficio. Sí, podríamos llegar a ser maestras, pero no tendríamos derechos civiles ni políticos. De solteras no estaba vedado concurrir a lugares públicos salvo acompañadas por nuestros padres o alguna tía solterona. Y no bien empezaba a anochecer había que refugiarse en el hogar. En las confiterías salones de té había dos ambientes separados por altas barandas, uno para los caballeros, otro para las damas. Ninguna muchacha bien nacida podía pasear sola con su novio o con un amigo, eso era escandaloso. Los noviazgos se cumplían en etapas (...). Y las zonas de baño estaban también separadas de una forma estricta. Las mujeres se vestían y desvestían en carpas custodiadas y entraban y salían del mar en unos carritos tirados por caballos.

Ya que hablamos de playas (y ahora que se acerca el tiempo de visitarlas) podríamos agregar una breve apreciación que hace Josefina Lerena Acevedo de Blixen (vaya nombre), otra escritora del novecientos. Comenta en uno de sus libros que también las playas estaban compartimentadas en tres sectores: uno para las mujeres, otro para los hombres, y otro para los caballos. El último sector es, evidentemente, el más curioso.
Abajo les dejo un link (o enlace) para que puedan mirar un video sobre Delmira donde aparecen muchos de sus objetos personales. Dejen comentarios, manden saludos, y sigan visitando este sitio. No se olviden que esto es de ustedes. Un gran abrazo para todos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Martín Fierro (Canto I)


Debido a cierta fotocopia errónea del Canto I de "El gaucho Martín Fierro" que muchos de ustedes han llevado a clase, les dejo aquí una versión confiable del poema. Espero que les sirva. Saludos.


Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela


Pido a los santos del cielo
que ayuden mi pensamiento:
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.

Vengan santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,
con famas bien otenidas
y que despues de alquiridas
no las quieren sustentar:
parece que sin largar
se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa
Martin Fierro ha de pasar;
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan,
y dende que todos cantan
yo tambien quiero cantar.

Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar
y cantando he de llegar
al pie del eterno Padre;
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra;
el cantar mi gloria labra
y, poniéndomé a cantar,
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento;
como si soplara el viento
hago tiritar los pastos.
Con oros, copas y bastos
juega alli mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao
mas si me pongo a cantar
no tengo cuándo acabar
y me envejezco cantando:
las coplas me van brotando
como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman;
naides me pone el pie encima,
y, cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.

Yo soy toro en mi rodeo
y torazo en rodeo ajeno;
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar,
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos

No me hago al lao de la güeya
aunque vengan degollando;
con los blandos yo soy blando
y soy duro con los duros,
y ninguno en un apuro
me ha visto andar tutubiando.

En el peligro !qué Cristos!
el corazón se me enancha,
pues toda la tierra es cancha,
y de eso naides se asombre;
el que se tiene por hombre
ande quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiéndaló
como mi lengua lo esplica:
para mi la tierra es chica
y pudiera ser mayor;
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el sol.

Nací como nace el peje
en el fondo de la mar;
naides me puede quitar
aquello que Dios me dio:
lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del cielo;
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir,
y naides me ha de seguir
cuando yo remuento el vuelo.

Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas;
como esas aves tan bellas
que saltan de rama en rama,
yo hago en el trébol mi cama,
y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
de mis penas el relato
que nunca peleo ni mato
sino por necesidá
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido,
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.